DE CASTA LE VIENE AL BORBÓN…
Historias e historietas de los días de Yago Valtrueno
De mosquito p'arriba, todo es cacería, dicen los caraqueños cuando salen a pillar cacho. ¡Qué lema tan apropiado para la rama española de los Borbón! Y no es chiste…
Yago Valtrueno, protagonista de El viento de mis velas, nació con el tercero de ellos, Fernando VI, y creció con el siguiente, Carlos III. Fernando heredó de su padre, Felipe V, sus neurosis maniacodepresivas: en el desayuno, jolgorio, y en el almuerzo, velorio. Para aliviar los altibajos heredados de sus antepasados, el buen rey Carlos decidió entretenerse a todo entretener. Así que se concentró en adecentar su capital -Madrid-, en exprimir sus colonias hasta dejarlas más secas que la mojama y, por encima de todo, en cazar todos los días del año -por la mañana y por la tarde- salvo el Viernes Santo. Y no elefantes africanos, ni osos cosacos, ni zorras alemanas, sino piezas menores; y, entre ellas, más liebres que conejos. Hay que reconocerle que, para ser un Borbón, no fue nada sátiro.
De su manía cazadora da fe el cuadro de Goya que ilustra esta entrada. Llama la atención que vista una chupa rústica por debajo de la casaca de gala y de la banda de raso. Pero así cazaba el hombre, como si en vez de ir a la Casa de Campo fuese al Salón de Embajadores del Buen Retiro. Y es que al rey Carlos le ponían las liebres como a Felipe II las bolas de billar y a Franco los salmones: a huevo. Más que la caza, lo suyo era el pim pam pum.
Tal era su afición cinegética, que no le pesó estar ausente en una ocasión de cuerpo presente. El 10 de abril de 1771 el infante Javier murió de viruela: Bien -dijo el rey, su padre-, ya que nada puede hacerse, debemos llevarlo con resignación. Y, con las mismas, salió a matar madres de Bambi y camadas de Tamborcitos. Y eso que era piadoso, un auténtico chupacirios.
Cuando, ciento sesenta y siete años más tarde, María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias sufría los dolores del parto del futuro Juan Carlos I, el padre estaba fuera. El Conde de Barcelona no salió a comprar habanos, sino a matar fieras en un safari. No se le puede culpar: el crío se adelantó, nació sietemesino. Pudo ser peor. Y lo fue: mientras aquel Borbón, heredero sin trono, pegaba tiros en la sabana, españoles de los dos lados se mataban a tiros en la batalla de Teruel. Franco ganó y los Borbones, saltándose uno, recuperaron la corona.